lunes, 25 de julio de 2011

Capitulo 3

''Hola a todas mis lectoras! Me gustaría daros las gracias por estar ahi, y muchas gracias a las seguidoras que comentais, porque vuestras palabras me ayudan a escribir cada día y a seguir a delante. Siento no haber publicado estos días, pero estuve sin internet.
Besos, para todas vosotras ;)''



Esa tarde que pase con Alice en esa extraña pradera, es una de las mejores que pueda recordar.
Pero duro demasiado poco.
Estos días que pasan, no veo a Alice, solo en mis sueños.
El doctor dice que Alice a tiene fiebre y estará unos días en casa.
Sé que son tres días, pero parecen una eternidad.
Cuando la veo aparecer en la habitación, con su traje blanco, sus rizos de oro y la nariz roja, la emoción se dispara y me levanto corriendo de la camilla para abrazarla y susurrarle al oído:
-Te he echado de menos…
-… Y yo… Pero será mejor que no te acerques mucho a mi, si aparte de estar loco quieres coger un resfriado…
-Me da igual coger lo que sea, solo quiero estar cerca de ti…
-Adivina lo que me ha dicho el doctor, ¡dentro de 4 días podrás regresar a casa!
-¿¡Enserio?! ¡Jajaja!
No sabía lo que sentía, alegría, libertad, pero tristeza. Podría regresar a casa, ¿pero qué casa? Estoy literalmente en la calle.
En ese mismo momento, el doctor entró en la habitación.
-Señorito Robert, le daremos el alta en unos días. Dado que sus padres tenían una cantidad de dinero bastante, considerable, usted es ahora… podríamos decir que ‘’rico’’. He encargado a la Dra. Alice que se ocupe de usted mientras que encuentres algún sitio donde vivir.
-¿Qué se ocupe de mí?
-Si, dado que usted es mayor de edad, no podremos enviarle a ningún orfanato, ni darlo en adopción, y antes que dejarlo en la calle, Alice se ofreció a que te instalaras en su casa algunos días.
-¿Yo? ¿En su casa? ¿Está de broma?
-Jajajajaja! No, no estoy de broma.
Mire a Alice. Una sonrisa pícara asomaba en sus labios. Y otra apareció en mi cara.
Intente hablar en un todo neutro, pero creo que no lo conseguí…
-Sí, claro, estaré encantado de irme a vivir con Alice, bueno a vivir no , pero estaré encantado de quedarme  allí, bueno que…
-Sí, Robert te hemos entendido, ¡Jajaja!
O ese doctor se reía mucho, o simplemente se estaba burlando de mí.

martes, 19 de julio de 2011

Capitulo 2- ¿Cual es tu historia?

Y allí estaba ella sentada en la silla mientras que yo la miraba embobado. Atrapé unos de sus rizos rubios y empecé a juguetear con él.
-Y estos rizos… ¿Cómo te los haces?
-Há! Cuando me levanto por la mañana ya están ahí.
-Jajajaja… Un momento, ¿puedes acercarte un poco más?
Su cara cambio de expresión, ahora era una cara atónita. Pero se acercó.
-Tus ojos… en realidad no son castaños… Son verdes.
Mi cara se iluminó. Verdes… Mi color favorito.
-No son verdes… bueno si, pero no son verdes enteros… bueno, en realidad no sé de qué color son…
-¿Sabes qué? Yo tampoco lo sé, pero me encantan tus ojos…
Se sonrojó y miro hacia el suelo. Entonces sonreí. Ella era la única persona que me había hecho sonreír en este sitio asqueroso. Pero ya no era asqueroso, porque estaba ella…
Un ruido sonó, pero no sabía muy bien de donde provenía.
Entonces lo comprendí, alguien había dado a través del pequeño cristal que estaba en la puerta.
-Lo siento pero me tengo que ir…
-Espera, ¿Cómo te llamas?
-Alice. ¿Y tú?
-Robert. Encantado de conocerte.
-Igualmente…
La puerta se cerró y detrás de ella mi enfermera… mi Alice.
No sé si esto serán los síntomas de la morfilina, pero creo, que estoy enamorado.
Mis párpados vuelven a caer, pero esta vez, el sueño es agradable.
Estoy sentado en un prado, con Alice a mi lado, ella ríe y ríe… Recojo un ramillete de flores y se lo doy. Ella lo recibe con una sonrisa. Su mirada es juguetona y sus labios se acercan a mí…
BOM!
Pero un sonido ensordecedor nos interrumpe.
Y aquí estoy otra vez, despertando de un sueño, gritando y pataleando la cama.
Un médico entra a la habitación, acompañado, pero las lágrimas de mis ojos me impiden ver quién es esa compañía.
El doctor se para y la segunda figura se aproxima a mí.
Entonces la distingo, sus rizos rubios brillan todavía más a la luz de esa lámpara que ilumina toda la sala. Parecen de oro.
Su mano roza mi piel, y noto como mi cuerpo se tranquiliza, y los gritos y patadas cesan…
El doctor se empieza a reír, supongo que de mí, y mi suposición se afirma, cuando Alice lo mira, pobre doctor, si las miradas matasen…
-Muy bien, Robert, hoy te sacaremos de esta habitación.
-Ya era hora, ni que fuera una rata…
-Iras con Alice a la habitación 145, siento no poder ir contigo, pero es la hora de mi almuerzo, además, mi compañía no se puede comprar con la de la señorita Alice.
-Doctor no hace falta que lo jure…
-Jajajajaja! Me cae bien este chico. Bueno, te voy a desatar lentamente, ¿me vas a hacer algo?
-No, pero estaría encantado.
El doctor se acerca a mí y me desata las correas que me atan a la camilla. Me siento en la cama, y Alice me ofrece su mano. Encantado se la cojo y me dirige fuera de esta habitación.
Recorremos un pasillo, similar a la habitación hasta una puerta.
Al fin, respiro aire puro. Una pradera se extiende delante de nosotros,  en medio hay una fuente donde el agua no deja de caer, y unos pajarillos beben agua de ella.
-Ven vamos a sentarnos en el césped.
-Vale…
Cuando estamos sentados, empieza a arrancar la hierba del suelo. Jajaja! Es exactamente lo mismo que hago yo. ¿Sera una simple manía o nervios? No lo sé… Pero este momento es especial.
-Alice… ¿Cuál es tu historia? ¿Por qué estás aquí? En vez de estar fuera de estos muros, viviendo la vida…
-… ¿Mi historia? Bueno es sencilla, mis padres eran muy pobres y lo poco que ganaban lo gastaban en alcohol, siempre estaba sola en mi casa, aguante hasta los 17 años en ese tugurio. Trabajé en una biblioteca, y con esos ahorros que gané alquile un piso, tal vez muy pequeño, pero al menos tengo un lugar donde vivir. Conseguí entrar aquí sin estudios, gracias a que, la hija del dueño de este loquero está loca, y un día la encontré en la calle sentada en el suelo, llorando. La traje de vuelta, y como ella me entiende a mí y yo a ella, su padre me dio este trabajo…
Una triste sonrisa se formo en su cara.
-Eh, no estés triste, mi historia es mucho peor… Jajaja! Fíjate si he tenido mala suerte de que cayera una bomba en mi casa, y también tuve la mala suerte de salir vivo, ahora no tengo a nadie que me quiera, ni siquiera alguien en quien confiar…
-Tranquilo, en mí sí que puedes confiar, además, sí que hay una persona que te quiere…
Alice se acercó a mí, y note como sus labios, me dieron un cálido beso en la frente.

lunes, 18 de julio de 2011

Capitulo 1-¿Donde narices estoy?

Pi, pi, pi…
Ese maldito pitido se había metido en mi cabeza.
Abrí los ojos. Tampoco era mucho mejor de lo que había visto en sueños.
Estaba tumbado en una cama blanca, en un cuarto de color gris y con las manos atadas a la cama.
¿Lo único que recordaba antes de estar aquí?
Estar dibujando en mi casa, y oír un ruido muy extraño, después, todo voló en pedazos…
Un hombre con bata blanca y una carpeta en la mano entro en la habitación.
-Hola, ¿Cómo te encuentras?
-Já! ¿Cómo quieres que me sienta encerrado en una habitación y atado a una cama?
-… ¿Te duele la cabeza?
-Sí, y no dejo de oír un asqueroso pitido.
- Intentamos hacer lo que podemos. Pero no podrás salir de esta habitación hasta que estés totalmente recuperado. Tu cabeza… no funciona bien.
- ¿Qué no funciona bien? … Quiere decir que estoy loco.
-No estás loco… Pero entiende que después de lo que paso…
-Exactamente doctor, ¿Qué ha pasado?
-… Una especie de… Bomba estalló en tu casa.
-¿Y mis padres? ¿Al menos podre verlos a ellos, no?
-… Siento decirte esto, pero tú fuiste el único que salió vivo de ahí…
¿El único? … Noté como las lágrimas empezaron a salir de mis ojos... Mis padres, la única gente que me quería estaba muerta…
-¡Salga de aquí! ¡No vuelva a entrar en esta habitación! ¡Fuera!
Todo mi cuerpo temblaba y unos gritos aterrados salían de mi garganta.
El doctor puso cara de horror y lentamente, se acercó a mí, con una jeringuilla en la mano, después todo se nublo…

Otra vez aparecí en esa habitación. ¿Cuánto tiempo debería de estar allí? Bah, eso da igual…
Algo era diferente en la habitación.
Una chica de pelo rubio, doblaba unas mantas en la silla que había al lado de mi cama.
-¿Quién narices eres?
La chica se dio la vuelta. Vaya, si que era guapa. Sus ojos castaños me miraron.
-¿Yo? ¿Es que no lo ves? La que dobla las mantas.
-¿Solo doblas las mantas?
-Sí. ¿Acaso debería hacer algo más?
-No, pero… se supone que serias un medico.
-Pues no, soy la que dobla las mantas y la psiquiatra de este loquero.
-¿Esto es un loquero?
-Si... ¿No te lo había dicho nadie?
-No, pero esperaba algo peor.
En sus labios se dibujo una preciosa sonrisa. Pero… ¿qué  estoy pensando?
Yo soy un loco atado a una camilla, y ella una enfermera libre de este sitio…
Coge las sábanas sucias y empieza a andar hacia la puerta.
Pero, ¿Qué narices? Puede que mañana mismo me muera, no tengo nada que perder.
-Por favor, no te vayas…
Gira lentamente su cabeza hacia mí, haciendo que sus rizos se tambaleen, y otra vez sonríe.
-¿Estás seguro de que quieres que te acompañe una rubia? Te aviso que a veces pueden ser muy pesadas…
-La que debería de tenerme miedo, deberías ser tú.
-Pues no te tengo ningún miedo…